Wednesday, May 07, 2008


V


No creo que este año sea distinto, la verdad va a ser terrible. Tengo una invitación para comer en un hotel y disfrutar la cuenta regresiva con unas amigas. Mi barriga se agranda con el paso del tiempo, el vino tinto y la cerveza la provocan, la promueven. Tengo 25 años y aún no termino la universidad, no tengo trabajo y llevo menos de un mes soltero. Soltero porque me patearon, me dejaron por la sospecha de una infidelidad. Me miro al espejo y veo mi decadencia. Me he probado varias camisas y todas me aprietan los costados. Estoy sudado, me siento un imbécil. Me da vergüenza llegar al hotel. Me tomo media botella de vino y me voy directo al hotel. Me reciben mis amigas, preciosas, con dinero, futuro y una gran capacidad de empatía. Me tomo un pisco sour y veo pasar el desfile de parejas de tercera edad, familias completas y un par de mujeres solas. Estoy tímido, no quiero hablar, si hablo voy a llorar. Salgo a fumar y me salen lágrimas. Llamo a un amigo para que me haga reír y me invite a otro lado en la noche. Me abriga su voz y claro viviendo el mismo infierno que yo en otro lado de Santiago. La comida contiene carne asi que paso, tomo vino tinto y pan con pebre. Mis amigas me animan a reír, de a poco puedo, de a poco el vino me ayuda. Después de la cuenta regresiva bailo un par de canciones y me voy. Con un par de lágrimas, pero convencido que la noche va a cambiar. Llego la casa de mi socio, escuchamos algo de música y bebemos. Compartimos la pena, los dos vivimos la pena de estar solos, quizás yo más que él, pero nos acompañamos. La llamo, la llamo de manera violenta, quiero desearle feliz año, que la quiero, que la amo , que es la única hueá buena que me ha pasado en la vida, que fueron los cuatro años más lindos de todo lo que había hecho alguna vez. Su celular no contesta, parece estar apagado, sin servicio, la cochesumadre, no sé donde está, no sé que será de ella, si tiene otro peinado, si se compró ropa, si algo me echa de menos. Nada de nada, llamo a una amiga que debe estar con ella. Me desea que la pase bien, que hablemos de mi hospitalización y que está en Valparaíso. Me duele el estómago, ella debe estar allá, era nuestro el puerto, pero se acabó. Mi socio me avisa que los demás están por llegar y que hoy conoceré a alguien.


Llegan, somos cuatro ahora, nos vamos. En el auto transpiro, no sé si es por el calor o los antidepresivos, me río con ganas y molesto a mi socio. Nos reímos de lo que viene, sabemos que no la vamos a pasar muy bien, no hay mucha esperanza, pero es eso exactamente lo que nos da risa. bajamos y llegamos a Mapocho, la idea es irse de ahí hasta el parque O´higgins. De los cuatro que estábamos solo dos habíamos bebido bastante, los demás se encargan de tomar Ron y algunas cervezas medias calientes. Miro la hora y son las 3:30. vamos a llegar a las 5:00, pero a nadie parece importarle tanto. A mi la verdad a estas alturas me da lo mismo, están los únicos que me van quedando y es año nuevo. Con mi socio hueviamos mucho para que nos fuéramos de una vez por todas de ese lugar y poder bailar un rato. La idea es irse en taxi, una mierda, pero es la única manera, yo ya estoy borrado, quiebro una botella en el piso y solo a mi me da risa. Eso es un mal signo.

Llegamos al lugar, muy caro, se esta vaciando por la hora y yo ya estoy cansado. Con mi socio reímos por eso compulsivamente. Tratamos de conocer a alguien, bailar, mirar a alguien y nada, la música no nos acompaña, los pies tampoco, yo apenas coordino y la verdad no me gusta. Me viene a la cabeza “porque bailando en discotecas no me voy a quedar” de aquellos años mozos. Me siento decadente, me da más pena aún, pero bebo más y se me pasa un poco. La noche es larga, ya son las 9 de la mañana y he bailado con tres mujeres y ninguna merece gran aprobación, no existe nada, es aburrido, cansador, casi tormentoso. A las 10 de la mañana estamos tirados en el piso del parque, mirándonos las caras de desastre, con el sol en la cara y sin ganas de caminar. Salimos del parque, cruzamos el barrio donde estudio, me siento aún peor, por dos cosas, ella debe estar pasándola bien y yo no, yo estoy pensando en ella y ella no. No es que sea una competencia, pero no sé de que otra manera poder saber de ella. Voy buscando sus ojos por todos lados, en las parejas tomadas de la mano, en los ebrios, en los pacos, en mis manos, en los bolsillos, en el metro y en la caminada hacia mapocho. Paramos en un lugar donde venden cubos, esos jugos congelados que se chupan y mascan para combatir el calor.

Con mi guacho de pintamonos compramos dos. El mío de sabor a coco y el de frutilla. El mío lo engullo, lo saboreo para invadir la caña viva. Mi socio lo mira, lo analiza, lo abre y le encuentra sabor a carne. Lo abre y lo gira sobre su cabeza diciendo “cada años nuevo es más charcha por la chucha”. Eso era, eso era todo, esa era la premisa, era eso lo que pensaba. Terminamos subiendo al auto que nos llevo y me bajo en mi casa. Otra vez solo, encumbrado en una resaca, con hambre y un calor insoportable. Este enero es especialmente duro, no esta ella, llevábamos tres años juntos, nuestros años nuevos eran maravillosos, eran de los dos, eran para los dos, Valparaíso era de los dos, éramos dos pendejos jurándonos un “amor puro y militante”. Pero acá estoy yo sin ese amor, sin esa militancia buscando refugio del sol.

Pongo un cd que me hice de los dlinkir. Esa música me saca el espíritu libertario o lo que queda de él. Cuando me subo a la bicicleta pongo “la kumbia” y pedaleo.
“Si soy reprimido, atacaré encapuchado..”eso si es una lírica, eso si es atreverse a hacer música subversiva., además tengo unos temas de con$pirazion que bajé el otro día, me parecen excelentes para pasar el verano, escuchando lugares bien optimistas de los sueños revolucionarios. Me levanta, me hace sentir vivo pensar, sólo pensar, en un proceso revolucionario, probablemente la persona que más he admirado ha sido Miguel Enriquez, digan lo que digan murió en la de él. Siempre lúcido, aguerrido y bueno cuanta cosa que solo pude leer. Mi ánimo sube un poco y me pongo a leer mis recién regalados textos de Foucualt, me hacen sentir un poco más digno, a pesar de todos estos años en una universidad alienante, he podido leer textos suculentos, he aprovechado las bibliotecas y bueno cada una de las conferencias a las que he ido a pintar el mono. Esto de que se haya acabado la relación con la mujer que más me ha gustado en la vida me deja atónito, de verdad que no sé que hacer. Ella era todo y por otro lado no sé por donde empezar a sentirme atractivo. Me baño y me miro al espejo mucho rato, me veo las pocas canas que me han salido, veo el agua que se acumula en mis ojos, los cierro y agacho la cabeza.


Almuerzo unas papas fritas con una Bilz cerca de la plaza Egaña y llamo a uno de mis amigos de la banda. Quedamos de juntarnos luego, de grabar un disco donde yo solo toco guitarra e invito a mis amigos a hacer ruidos. Eso me va a entretener este verano asqueroso. No tengo ganas de hacer nada más que dormir, descansar, fumar y tomar cerveza.


Ya es martes y me toca ir a terapia. Voy y me aseguro de contar toda la pena que creo tener y me pongo a llorar. Estoy como un niño de nuevo, llorando por todo, me siento vulnerable por las paredes de mi casa, por la música, los autos, las plantas en el parque, mi gato y todo y cada cosa que puede habitar este mundo. Mi terapeuta me mira con desgano, o así lo veo yo, es la última hora de ese día. Debe tener sueño y yo la verdad espero los días para hablar. Debe pensar que soy una especie de hueón que lo patearon y tiene unas reacciones enyeguecidas. No lo culpo, la verdad lo entiendo.


El verano pasa raudo, días en cama, ravotriles, cerveza y cigarros. Me invento los días, los fabrico con antelación, escribo a ratos. Adelgazo, me vuelvo flaco, conozco y desconozco ojos, cariños y las canciones que me duelen siguen en mi velador. La terapia resulta, arremete contra el pasado meloso. No quiero volver a verla, o en realidad a verme. Con el pasar del tiempo, me aíslo, abrazo proyectos otrora fallidos. Me vuelvo militante de mi pasado engañoso, me invento historias de la vida a contrapelo. Lectura de franceses cabezones me hace levantar los pies. De la poesía ni hablar, solo la consumo, a trozos pequeños porque me deja lleno. Viajo seguido al puerto, ahora no tiene mucho sabor, más bien tiene olor a muerto, ya no sé si me gusta, si lo quiero, si lo edulcoré con historias, si lo volví mítico o que sé yo. Los encuentros casuales con cariños arrendados en mi pasado más lejano me revuelven el día de a poco. Febrero lleno de excesos, tratandod e olvidar, como siempre, evadiendo mostrando lo mejor de mi. Casi todos los días me duermo borracho, la última vez debajo de un árbol, antes de dormir admiraba como las ramas le hacían cosquillas a las nubes y podía ver como parecían formar una cara. Al otro día escapaba del sol, corriendo, sin caras, nubes o ninguna siutiquería de borracho.

Hoy me ha llegado un mail, hablando de algo que escribí llorando. Podría ser una crítica a las metáforas, el uso correcto del lenguaje, la sexualidad, la intención, la función del autor o cualquier otra cosa, hasta por último un aliento. Era ella diciéndome que la pena se le mezclaba con asco. Le respondo que es ella, hace un par de años, conmigo, eran sus huesos, su cara y mi violencia. Me da susto, le escribo de vuelta, aclarándole todo, mi culpa, mis ganas de redituarnos como dos seres humanos y no como yo un paria y ella una mujer despechada (lo que no deja de ser cierto). Algo resulta, algo me cobija algo entiende y después de doce correos, quedamos en hablar.


Conversamos, arrendamos caras para vernos, una pauta de entrevista para decir todo lo que le pasa y yo pasmado, irresuelto, buscando sus ojos que increpen los más posible, que busquen la insidia dentro de mi pena más grande. Volvemos a encontrarnos, en el suicidio que no consumé. Cómo no entiende que quería descansar, nadie lo entendería quizás, yo tampoco lo entiendo, era una forma de sentirme mejor de tanto ajetreo, de años corriendo, de días sin dormir y pensar que yo no era para ella. La historia lo confirma, no soy para ella, no soy para nadie quizás, solo un fragmento de felicidad que comparto con los que puedo. ya sin ella, hice lo mismo, lo confesé, lo único que hago sin ella es la deriva más irresponsable, y entiende. Cómo no enamorarme de eso, quizás era cierto, lo que quería era un útero, que me abstenga de todo con su sangre, sus paredes que me entregan casi todo. Me dice su malestar, lo comparto, fui un mal presagio en su vida, la incompletitud más vulgar que da muerte a todo futuro posible, que egoísta fui, que egoísta soy, que poca esperanza tengo de verter mi vida en alguien, en poder disfrutar cada presagio de felicidad. Creo que lo único que puedo hacer ahora es perderme entre fantasmas lúgubres que laceran la intimidad. Después de mi intento nada fue igual, nada de nada. Vacilando delirios de proyectos a los que no estoy dispuesto, a lo único que estoy dispuesto es a morir antes de intentarlo. Le confieso todo, me crea o no, voy a darle vueltas a lo que me queda de vida, al miedo al éxito, a lo que mejor hago. Si lloviera, sería perfecto, los silencios son tan cómodos, son tan decidores como lo que me duele. Cómo confesar lo que siento, cómo decirle que la quiero, pero no puedo estar con ella, porque mi vida está contada con los dedos, los minutos que me quedan son para aparecer vehemente en su vida. Mi quehacer es tan pequeño que aún depende de ella. Cómo tan pequeño y placentero?, quisiera decirle todo eso y solo aparece un “bueno, si nos hace mal vernos seguido, hagamos de cuenta que somos amigos”, nada más cínico. Después de todo, cerveza, estrechez de manos y ahora estamos en casa de una gran amiga, disfrutando la incomodidad. Si las canciones fueran puñales estaría en la posta, si los chistes fueran armas químicas sería ilegal para la O.N.U. lo merezco, lo percibo como algo necesario, un lugar que ella quería habitar, que pudiera sacar su odio más transparente. De a poco las palabras aparecen más confusas, más delineadas con el alcohol, yo prosigo lo más civilizadamente como puedo, esto es muy extraño.


división de alegría - ceremonia (grabado solo por new order)



si, si cacho.

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